Homilía en la Misa de acción de gracias por el voluntariado de Cáritas Mexicana
“Hay más alegría cuando uno da que cuando uno recibe”
Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, hoy que presido esta Eucaristía para pedir en especial por todos los voluntarios del Call Center de Cáritas, precisamente en la Fiesta de Santiago Apóstol.
Quiero invitarlos a que contemplemos varias imágenes de este santo:
La primera imagen es cuando está pescando en el mar de Galilea, él era un pescador y estaba allí con su hermano Juan, los dos tranquilamente en el Mar de Galilea haciendo su labor de todos los días, pero por ahí pasó Jesús, quien los vio a los ojos y les dijo: «Vengan y síganme, y yo los haré pescadores de hombres», y nos dice el Evangelio que ellos, dejando sus redes, siguieron a Jesús, su vida en ese momento cambió, se transformó.
Los invito para que veamos una segunda imagen, precisamente ya como discípulos de Jesús, en el Monte Tabor; Jesús invitó a tres discípulos para que lo acompañaran, a Juan, a Pedro y a Santiago, a quien celebramos el día de hoy. Recordamos esa escena maravillosa donde el rostro de Jesús resplandecía y sus vestiduras eran como la nieve, de tal modo que Pedro decía: «Hagamos tres casitas aquí», pero Jesús les dice: «Tenemos que seguir el camino hacia Jerusalén»; habían tenido ellos una probadita del cielo, por eso quería quedarse ahí al ver a Jesús que estaba con Moisés y Elías platicando en el Monte Tabor.
También tenemos una tercera imagen que quiero que la contemplemos en este día, y es precisamente el Evangelio que acabo de proclamar, cuando la mamá de Juan y Santiago le hace una petición a Jesús, seguramente la mamá no tenía que ver mucho en esto, pero Santiago y Juan le dijeron: «Dile a Jesús». Entonces Jesús, al escuchar que la mamá le dijo: «Oye, cuando estés en el Reino de los Cielos quisiera que mis hijos estén uno a tu derecha y otro a tu izquierda», y entonces Jesús les dijo: «¿Podrán beber el cáliz que yo beberé?», y dijeron ellos: «Sí», y Jesús les dice: «Bueno, si pueden beber esto, a mí no me corresponde que estén a mi derecha o a mi izquierda, sino al Padre que está en los cielos». Podemos ver la reacción de los otros discípulos, se enojaron porque vieron que no estaba bien esa petición que le habían hecho a Jesús.
La cuarta imagen que quiero mostrarles a ustedes es precisamente, como ya escuchamos en la primera lectura, cuando después de la Resurrección los discípulos empezaron a predicar a Jesucristo muerto y resucitado, pero sabemos lo que pasó, a Santiago, en el año 43, Herodes mandó a que le cortaran la cabeza, lo decapitaron, por eso hoy utilizamos el ornamento rojo, porque nos recuerda que Santiago dio la sangre por el amor a Jesucristo.
Tenemos esas escenas hoy, esas imágenes tan bonitas que nos recuerdan el camino de este gran santo muy querido en la Iglesia; Santiago Apóstol pescando en el Mar de Galilea, en el Monte Tabor, o también en una reunión de amigos, y también en el martirio. Pero ¿cuál es la idea central que hoy quiero manifestarles? La idea fundamental es lo que nos dice el Evangelio. Después de que Jesús escuchó la petición de la mamá y les dio una catequesis y les dio lo central, que hoy debe de llegar también a nuestro corazón, y le dice Jesús: «El que quiera ser grande entres ustedes que sea el que los sirva y el que quiera ser el primero que sea su esclavo, así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar la vida por la redención de todos», es decir, lo hermoso que es servir.
Cuando el padre Rogelio Narváez me invitó para presidir esta Misa, me dijo que sería una experiencia muy hermosa, porque ustedes son voluntarios, son voluntarios que han estado en este Call Center recibiendo llamadas a nivel nacional, y que realmente ha sido un servicio muy hermoso de entrega, de generosidad. Seguramente han escuchado tantas voces necesitadas, necesidades de apoyo espiritual, de apoyo afectivo; con necesidades materiales, pidiendo alguna despensa o trabajo, porque mucha gente ha perdido el trabajo.
Yo al estar preparando esta celebración decía: «Estos voluntarios, muchachos, muchachas, hombres, mujeres, cuánto bien no han hecho en este tiempo de pandemia». Es entonces cuando nosotros vemos la vida de Santiago, que fue una vida de servicio, una vida de entrega, y se dice con razón que “hay más alegría cuando uno da que cuando uno recibe”, porque ustedes han dado su tiempo, han dado sus capacidades, sus cualidades, y también los frutos, algunos los podemos ver, me llamaba la atención cuántas despensas se han entregado, muchísimas a nivel nacional, cuánto bien se ha hecho a esta gente. Por eso he querido también celebrar esta Misa por ustedes, por todos los voluntarios, por sus familias, por los que los han apoyado para que realicen este servicio.
Aquí en nuestra Arquidiócesis de Tlalnepantla también hemos tenido experiencias hermosas de servicio, hemos seguido principalmente cuatro líneas, que han sido la línea de la comunión, de la solidaridad, de fortalecer la fe y de la comunicación de experiencias; y también tenemos un Call Center, del cual hoy por la mañana platicaba con el padre encargado cómo había funcionado y gracias a Dios también ha hecho mucho bien.
Por eso yo hoy quiero felicitarlos a todos ustedes, felicitarlos de corazón por este servicio que han realizado, e invitarlos a que sigan sirviendo con alegría y viendo el rostro de Jesús en los que más sufren. Que la Virgen de los Remedios, que es la Patrona de nuestra Arquidiócesis, interceda por todos ustedes, por todos los que están colaborando y a la cabeza el padre Rogelio, para que la Virgen los proteja; estamos celebrando sus 500 años de su presencia en estas tierras del Valle de México. Que el Señor los bendiga a todos ustedes y sientan la presencia de Jesús en sus corazones. Así sea.
+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla