HOMILíA EN EL XX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

December 31, 1969


HOMILíA EN EL XX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

 

«Siempre la fe va unida a la oración»

Como todos los domingos, quiero saludarlos a todos ustedes con mucho aprecio, y también a los que nos siguen desde sus casas, desde sus hogares, en esta celebración eucarística. La Eucaristía siempre debe ser el centro de nuestra fe, de nuestra vida, y ciertamente, cuando salimos de la Eucaristía, debemos salir fortalecidos, con deseos de caminar con el Señor.

Hoy las tres lecturas de este domingo, queridos hermanos, tienen un tema común, porque nos hablan de que Dios quiere que todos nos salvemos, viene a todos los pueblos de la Tierra, no solamente al pueblo judío. Por eso, hoy nos habla de este tema el Profeta Isaías en la primera lectura; el Apóstol San Pablo a los Romanos en la segunda lectura, que se habla de Pablo como el Apóstol de los gentiles, el que salía a anunciarlo a los demás; y el Evangelio, este Evangelio que es para reflexionarlo, donde también encontramos una foránea, una extranjera, una Cananea.

Yo quisiera que ustedes recrearan esta escena del Evangelio en su mente. Podemos ver a Jesús, que entra a esta región junto con sus apóstoles, también con algunas personas, y de repente empieza a gritar una mujer. Nos causa extrañeza la actitud de Jesús, ese Jesús siempre cercano, compasivo, que cura las heridas de los enfermos, que da de comer a la gente hambrienta. ¿Cómo es su actitud ante esta mujer? Primeramente, como que no escucha, y ella está gritando: «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí», y le dice cuál es su angustia, su hija está endemoniada; podemos pensar cuánto sufriría esta mujer al ver a su hija de esta manera. Sin embargo, Jesús no se inmuta, de tal manera que también sus discípulos les dicen: «Atiéndela, Señor», y Jesús no hace caso, hasta que la mujer se acerca más y se postra. Esta es una actitud muy interesante, porque al postrarse lo reconoce como el Hijo de Dios, y le vuelve a decir esa petición: «Quiero que cures a mi hija». Y Jesús dice unas palabras muy fuerte: «No es bueno quitarle el pan a los hijos para dárselo a los perritos», era un dicho en ese tiempo, los judíos le decían perritos a los extranjeros y Jesús repite esa frase, pero la mujer no se desanima, y le responde: «Pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa». ¿Qué hubiera pasado con nosotros si le hacemos a Jesús esa petición y nos responde de esa manera? Pues nos enojamos o nos levantamos y nos vamos, pero la mujer continuó haciendo su petición. Cuando le responde eso, Jesús le dice: «Mujer, qué grande es tu fe; que se realice lo que tú pides», y en ese momento la hija quedó curada.

Hermanos, ¿cuál es la enseñanza principal del Evangelio? La enseñanza principal es la invitación a tener una fe madura, a confiar en Dios, porque la mujer tuvo esa fe que la mantuvo ahí, si no hubiera tenido fe se va; pero también que siempre la fe va unida a la oración, ella insistió. A la celebración venimos a darle gracias a Dios y a pedirle por tantas necesidades, eso es la oración, un diálogo, un escuchar, un hablar, y la mujer escuchó, pero también le habló, la oración. Hoy le pedimos al Señor que nuestra fe se fortalezca. Hay veces en que podemos tener un problema pequeño, mediano o grande, y nuestra fe se viene abajo, y hasta nos enojamos con Dios, pero Dios siempre está en nuestro camino y hoy entendemos que la actitud de Jesús era para probar a la mujer, la probó, probó su fe, y ella salió adelante.

Por otro lado, quisiera hoy tocar una pequeña idea a propósito de este primer Congreso Vocacional de Adolescentes y Jóvenes. Una de las principales preocupaciones en la Iglesia son los adolescentes y los jóvenes. Hay veces que podemos nosotros pensar: En muchos lugares, en muchos templos, la gran mayoría son gente grande y ¿dónde están los adolescentes? ¿dónde están los jóvenes? Cuando vino el Papa Francisco en 2016 a Morelia y se reunió en el Estadio Morelos, decía que los jóvenes en México son una gran riqueza, la gran riqueza que tenemos, pero ahí está la riqueza, hay que trabajarla. Por eso, este primer congreso va a ser de una manera virtual; los adolescentes y jóvenes son creativos, a ellos les cuesta menos trabajo lo virtual que a nosotros los adultos.
Entonces, yo quisiera que nos uniéramos todos en oración para pedir por los adolescentes y jóvenes de nuestra Arquidiócesis. Sabemos que los evangelizadores, los principales evangelizadores de los adolescentes son los mismos adolescentes, que los principales evangelizadores de los jóvenes son los mismos jóvenes, claro que debe haber toda una asesoría, pero, si tenemos jóvenes y adolescentes evangelizados, la Palabra del Señor va a llegar a muchos lugares de una manera muy creativa. Antes se decía que los jóvenes eran la esperanza, no, los jóvenes no son la esperanza, nos son el futuro, ¡los jóvenes son el presente!Ojalá que este congreso ayude mucho para caminar juntos.

Fíjense que es muy bonito que en el equipo central de la Arquidiócesis hay sacerdotes, hay religiosas, hay laicos, y son quienes van llevando la conducción de esta pastoral. Siempre lo más importante es partir de la realidad, y por eso este congreso es para ver cuál es la realidad de nuestra Arquidiócesis, para después ir haciendo un diagnóstico y elaborar un proyecto, que se quiere entregar el 01 de septiembre, en el jubileo de la Virgen de los Remedios; ya después vendrá la etapa de un plan, que ya es algo muy concreto.

Ojalá que todos los jóvenes y adolescentes que están siguiendo esta Misa y también los representantes de las zonas que vinieron hoy, se animen. El principal objetivo de la Pastoral de Adolescentes y Jóvenes es tener un encuentro con Cristo, como lo tuvo la Cananea, y este encuentro los transforme para evangelizar a los demás. Pues que el Espíritu Santo este presente en esta semana de congreso y que se den frutos abundantes. Así sea.

 

+ José Antonio Fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalnepantla