HOMILÍA EN EL XXII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

December 31, 1969


HOMILÍA EN EL XXII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

 

«El que quiera seguirme, tome su cruz»

Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, a todos los saludo con mucho afecto, a las que están aquí presencialmente y también a las personas que no se están siguiendo.

Seguramente que ustedes recuerdan el Evangelio de hace ocho días, cuando empezaba a comentarles que Jesús quiso hacer una encuesta para detectar qué pensaba la gente acerca de Él, y escuchamos las respuestas y la intervención de Simón que, guiado por el Espíritu Santo, dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios», y cuando Cristo lo pone como cabeza: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

El Evangelio de hoy es continuación, pero vemos otra faceta. Siempre es muy hermoso imaginarnos la escena que pasó en el Evangelio. Jesús está con sus discípulos, están platicando, y dice cosas muy importantes, dice que tiene que subir a Jerusalén y que va a padecer y va a morir en la cruz, y otra vez el que interviene Pedro, Simón Pedro. Hace ocho días veíamos que decía: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios» y hoy piensa de una manera humana: «No te puede pasar a ti eso», y se lo llevó a parte, a Jesús, y escuchamos que trató de disuadirlo, de decirle que cambiara esa manera de pensar, que a Él no le podía pasar eso. Yo creo que Simón Pedro quería mucho a Jesús y por eso no quería que le pasara nada, sin embargo, Jesús le dice que está pensando como Satanás, que Él tiene que seguir la voluntad del Padre.

Por eso hoy, queridos hermanos, hermanas, el tema fundamental de este domingo es el discípulado, es decir, Jesús después les dice a sus amigos, a sus discípulos: «El que quiera seguirme, tome su cruz de cada día». A veces los discípulos pensaban que la cosa más fácil, que si era Dios podía hacer grandes milagros, como los hacía, grandes prodigios, y que no podía Él sufrir, pero fíjese cómo hoy Jesús dice: «Tomar la cruz si queremos ser sus discípulos». Y, ¿qué significa ser discípulo de Jesús? Significa ser sus seguidor, tener el mismo proyecto, su estilo de vida, sus actitudes, su doctrina, eso es ser sus discípulos: configurase con Jesús. Pero les dice las cosas claras: «No es fácil», porque tomar la cruz es dar la vida, es gastar la vida. Jesús no nos va a pedir a nosotros que tenemos una cruz grandota y la carguemos, no nos va a pedir eso, pero sí nos va a pedir que nosotros sigamos sus enseñanzas, sigamos su doctrina.

Al estar preparando esta homilía, que es una conversación familiar con ustedes, pensaba yo en qué tanto conocemos a Jesús, qué tanto conocen a Jesús, porque si nos está invitando a ser sus discípulos, tenemos que conocerlo; hay veces que podemos conocer más de un político, o de un deportista, o de un artista, podemos conocer muchos datos acerca de esas personas, pero ¿qué tanto conocemos a Jesús? Hace ocho días decíamos que no debe ser una respuesta teórica, que además de ser teórica, porque decimos: Jesús es el Hijo de Dios, es el Mesías, debe ser una respuesta existencial, que nos nueva, que nos motive. Entonces, tenemos la tarea de seguir conociendo a Jesús, tenemos los Evangelios, y esto es un conocimiento de toda la linea de la vida, desde que nace uno hasta que muere, es profundizar en nuestra fe. Tomar la cruz significa también ayudar a los demás, ver el rostro de Cristo en las demás personas.

Podemos preguntarnos hoy: En esta pandemia, que se ha prolongado, ¿qué lecciones nosotros vamos aprendiendo o hemos aprendido? Eso se lo dejo de tarea, para que lo platiquen en familia: ¿esta pandemia qué nos ha dejado? Tal vez la lección de que debemos cuidarnos y que debemos cuidar a los demás, y que el cuidado significa todas esas medidas de salud: el lavarse frecuentemente las manos, la sana distancia, como están ustedes aquí, la mascarilla; cuidar nuestra persona, la alimentación, el ejercicio, todo eso también cuidarlo para poder cuidar a los demás. ¿Que nos ha dejado esta pandemia? La lección de la solidaridad, de preocuparnos más por los demás. Hace días platicábamos con un sacerdote que decía cómo el pueblo mexicano en las catástrofes, en las necesidades, rápidamente se une, cuando hay un temblor, cuando hay una inundación, y todo mundo quiere cooperar, cuando alguien le falta el alimento, pero la conclusión que sacábamos es que la solidaridad debe de ser en lo cotidiano, es decir, cuando hay catástrofes y cuando no hay catástrofes, porque nosotros queremos ver el rostro de Dios, de Cristo, en los demás, ayudar a cargar su cruz.

Nos invita hoy el Señor a ser discípulos, pero fíjense que es algo tan hermoso, porque la cruz siempre nos lleva a la Resurrección, y todos tenemos cruces, pero debemos vivir esas cruces con sentido, con generosidad, con alegría, con esperanza, porque sabemos que estamos adheridos a Jesucristo, a su proyecto del Reino.

Que el Señor nos proteja y el Espíritu Santo nos dé los dones que necesitamos para saber ser discípulos del Señor. Así sea.

 
 
+ José Antonio Fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalnepantla