«Estemos preparados para cuando el Señor nos llame»
Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, los saludo a todos con aprecio, a los que están aquí presencialmente, y también a las familias, amistades, algunos enfermos, que siguen esta transmisión dentro de la República Mexicana, pero también en el extranjero; les deseo a todos la paz, a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos.
Estamos viviendo ahorita los últimos domingos del Tiempo Ordinario del Ciclo A, y estos últimos tres domingos, a partir de hoy, tienen un sabor escatológico, quiere decir que nos hablan del más allá, de la vida eterna; el último domingo de noviembre ya empezamos el tiempo litúrgico de Adviento.
Hoy se nos Recuerda que las personas que nos nos han precedido en el camino a la casa del Padre, nos lo dice San Pablo en la carta a los Tesalonicenses que escuchamos: «No quiero que estén en la ignorancia, y sepan que los que mueren siguen viviendo y pedimos que vivan con el Señor», esto porque Jesucristo con su muerte y su resurrección nos da ese horizonte. Ahora, con la pandemia que estamos viviendo, que todos hemos sufrido de distinta manera, pues saber que los difuntos mueren a la vida terrena, pero nacen a la vida eterna.
Por eso hoy se nos platica una parábola, que hay que interpretarla, se trata de una boda, y la boda precisamente significa el Reino de Dios, el Reino de los Cielos. Encontramos por ahí un novio, y el novio es Jesucristo; encontramos también unas doncellas, vírgenes, muchachas, diez, cinco son previsoras y cinco descuidadas, eso nos representa todos nosotros; y están esperando ellas a que llegue el novio para entrar a la fiesta de boda. Pero resulta que las previsoras llevan sus lámparas y llevan su su aceite, llevan suficiente, eran cinco, y las otras cinco eran descuidadas. De repente, a media noche llega el novio a la boda. Fíjense qué interesante, porque después de la resurrección de Jesús pensaban que Cristo iba a venir por segunda vez muy pronto, y por eso novio se retrasa, también tiene su significado. Cuándo llega el novio es la algarabía, y entonces las muchachas descuidadas le piden aceite a las que eran previsoras, y estas les responden: «Pues fíjense que nada más tenemos el suficiente, así es que vayan a la tienda a comprar». Las previsoras llegan a la puerta y entran, entran al Reino de Dios, al Reino de los Cielos; y las descuidadas, al ir a comprar, se entretienen y llegan y la puerta ya está cerrada. Entonces el novio les dice: «No las conozco». El final de la parábola dice: «Estén preparados, porque no saben el día ni la hora», significa que debemos nosotros estar atentos.
Estos pasajes no son para asustarnos, sino para saber que tenemos compromiso, tenemos que estar preparados para cuando el Señor nos llame, y esta es la idea central: la preparación, la vigilancia, y ¿cómo vamos a estar preparados y vigilantes? Cuando estamos haciendo las cosas con amor, cuando estemos cumpliendo nuestras responsabilidades, cuando estemos haciendo el bien a los demás.
Me viene a la mente una imagen que tenemos cuando participamos en un Bautizo o en Confirmaciones, ayer estuve yo en tres parroquias en Confirmaciones, y dentro de la ceremonia, del rito, hay un momento en el Bautizo en que los papás y los padrinos encienden una vela, imaginémonos que es la lámpara, la vela, y esa vela, que se prende del cirio Pascual, nos recuerda que nosotros debemos caminar con Jesús para estar preparados. Los papás siempre serán los primeros responsables, los padrinos son un apoyo muy importante. Lo mismo pasa en la Confirmación, hay un momento en que se enciende la vela, y la vela precisamente da la luz, y la luz nos recuerda que Cristo es el centro de nuestra fe y que tenemos que cuidar y fortalecer la fe, porque si no la cuidamos se apaga y falta ese aceite. ¿Cómo vamos a cuidar esa vela? Pues teniendo esa cercanía con Jesús, teniendo contacto con la Palabra de Dios, haciendo oración en familia, siendo solidarios con los que más sufren, estando atentos a las necesidades de los demás.
Por eso, hoy el Señor nos invita a no relajarnos, sino seguir trabajando para construir el Reino de Dios. Que el Espíritu Santo nos fortalezca y nos anime en este camino hacia la Casa del Señor, Así sea.
+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla