HOMILÍA EN EL I DOMINGO DE ADVIENTO

December 31, 1969


HOMILÍA EN EL I DOMINGO DE ADVIENTO

 

«Ven, Señor Jesús, no tardes»

Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, saludo a todos ustedes, quienes participan presencialmente en esta Eucaristía y también a todas las personas que se unen desde sus hogares en varias partes de la República Mexicana y también del extranjero, que hoy iniciemos con alegría y esperanza este nuevo tiempo litúrgico.

Este tiempo se llama Adviento y precisamente son 4 semanas de preparación para recibir al Niño Jesús, para llegar a la Navidad. El tiempo de Adviento nos habla de un pasado, ese pasado es la venida del Hijo de Dios, la Palabra hecha carne, y todo el Antiguo Testamento tiene esa perspectiva: el pueblo espera al Salvador y los profetas lo anuncian, en especial Isaías, y llega a Jesús el día inesperado y la Palabra se hace carne; pero también este tiempo nos habla de un futuro, de una segunda venida del Hijo de Dios, y nos lo recuerda en este tiempo para que nosotros caminemos sabiendo que nuestra vida es terrenal y nos espera la vida eterna, en donde Jesús nos pedirá cuentas; y también se habla de un presente, un Jesús que viene todos los días y que a veces nosotros estamos distraídos, somos insensibles y no reconocemos a Jesús en el rostro de nuestros hermanos, en especial aquellos que más lo necesitan.

Hoy las tres lecturas que escuchamos, queridos hermanos, nos hablan de ese pasado, de ese futuro y de ese presente. En la primera lectura el profeta Isaías habla con unas palabras muy tiernas, con unas palabras muy conmovedoras, empieza a hablarle al pueblo y a decirle: «Nosotros tenemos un Dios que nos ama, un Dios que ha estado cercano a nosotros, y nosotros nos hemos alejado, no hemos cumplido los mandamientos, vivimos de una manera no de acuerdo al proyecto de Dios, pero recuerden que tenemos un Dios misericordioso, bondadoso, que nos ama», Isaías quiere reactivar la esperanza, quiere fortalecer la fe, fortalecer la esperanza y decir: «No hay otro Dios como nuestro Dios, que ha salido al encuentro de nosotros», y se nos olvida.

Por otro lado, en la segunda lectura Pablo nos habla de esa segunda venida del Salvador, que no sabemos el día, no sabemos la hora. Fíjense que las primeras comunidades cristianas pensaban que la segunda venida a ser pronto; han pasado XX siglos y todavía el Señor no viene por segunda vez. Pablo anima a las comunidades cristianas para vivir en el amor, para vivir como hijos de Dios, y también da ánimo a las comunidades.

El Evangelio de San Marcos nos pone una parábola donde se nos dice cómo el dueño de una casa sale y va a regresar, pero a los que deja ahí en la casa no saben el día ni la hora; la actitud que marca Marcos es estar vigilantes, porque no sabemos si va a llegar en la mañana, a mediodía o medianoche y nos encuentre dormidos; es una actitud para estar con diligencia, una actitud de construir un mundo mejor.

Ayer platicaba con una persona sobre la experiencia de este tiempo de pandemia, y esta persona me decía que para él significa una prueba, una prueba para cambiar el corazón, una prueba para ser más solidario, una prueba para volver la mirada a Dios. Fíjense que esta experiencia tal vez muchos la han tenido, la hemos tenido, un timepo de mucho dolor, de sufrimiento, pero también un tiempo de esperanza, un tiempo de darnos la mano, de ayudarnos unos con otros.

Así, este tiempo de Adviento debe ser una espera vigilante, prepararnos. La Iglesia nos da estas cuatro semanas, por eso son cuatro velas en la corona de Adviento, cada vela significa una semana, y el 25 de diciembre será el cumpleaños de Jesús, el Nacimiento de Jesús, y debemos llegar preparados para recibirlo en nuestro corazón.

Muchos en sus casas acostumbran la corona de Adviento, y qué hermoso es que tengan esta tradición, pero también otros ponen su arbolito de Navidad y lo adornan con esferas, que significan los dones, los regalos que Dios nos da, ¿qué tanto estamos respondiendo nosotros a esos dones, esos carismas, esos regalos? También hay otra costumbre muy hermosa: el Nacimiento. Yo siempre quiero invitarlos a ustedes para que el Nacimiento lo puedan hacer en familia. Qué hermoso es cuando participan los abuelitos, los papás, los niños, van poniendo el nacimiento, pero también van teniendo una catequesis, pueden tener el contacto con la Sagrada Escritura, y eso es una manera sensacional para transmitir la fe, los abuelitos a los papás, los papás a los hijos y los hijos a los nietos. Que este tiempo de Adviento sea un tiempo de esperanza, de esperanza para ayudarnos más unos con otros; Aparte de la corona de Adviento, del árbol de Navidad o del Nacimiento, también hacer algo práctico por los demás.

En estos momentos yo tengo noticias de que en este tiempo de pandemia aquí en la Arquidiócesis de Tlalnepantla se han dado aproximadamente 100000 despensas en las parroquias, y son muchas más, pero estas son las que me han comunicado. También ahorita hay una iniciativa muy hermosa que se llama ‘Cinco panes y dos peces’, recordando la multiplicación. Queremos también en este tiempo de Adviento y Navidad tener despensas para darlas a los más pobres, tener medicamentos para ofrecerlos a aquellos que los necesitan.

Entonces, este tiempo va a ser muy valioso para todos nosotros, porque todos vamos estar activos, vigilantes, pero siempre con la esperanza de renovar nuestro amor a Jesús, de renovar nuestro amor también a la Virgen y seguir pidiendo por el fin de esta pandemia. Que el Señor nos acompañe en este Adviento. Así sea.

 

+ José Antonio Fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalnepantla