HOMILÍA EN EL IV DOMINGO DE ADVIENTO

December 31, 1969


HOMILÍA EN EL IV DOMINGO DE ADVIENTO

 

«Hágase en mí según tu palabra»

 

Muy queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:

Como pastor, los saludo a todos ustedes deseándoles alegría y paz, y también a todos los que siguen esta Eucaristía, a los niños, adolescentes, jóvenes, aultos y adultos mayores. La Eucaristía es el centro y culmen de la vida cristiana, que sea para ustedes también un alimento para el caminar en estos tiempos difíciles.

Los símbolos nos ayudan para entender realidades profundas. La corona de Adviento nos habla de un tiempo de espera, y la espera requiere preparación. Se nos habla de un Cristo que iba a nacer, especialmente el profeta Isaías, en estas cuatro semanas, nos ha ayudado para prepararnos. Pero también sabemos que Cristo vendrá por segunda vez, y no sabemos el día ni la hora, y que Cristo viene todos los días, hablamos de un pasado, un presente y de un futuro. Además de Isaías, hoy nos ayuda de manera especial la Virgen María, podemos decir que es un domingo Mariano. Otro personaje que también en estos días nos ayuda, y es muy silencioso, es el custodio de Cristo, que el señor San José.

Podemos nosotros ver la imagen del Evangelio, una imagen muy hermosa que sucedió en un pueblo muy insignificante, pequeño, llamado Nazaret, y le sucedió a una jovencita llamada María, que fue elegida por Dios. El Arcángel Gabriel fue a darle la noticia de que sería la madre del Salvador, «el que se llamará Jesús». María pone una duda, «¿cómo voy a tener hijos si soy virgen y no tengo relaciones?», y el Arcángel le responde: «El niño que naciera de ti será concebido por obra y gracia del Espíritu Santo», y ¿qué hermosas palabras dijo la Virgen María? «Hágase en mí según tu palabra». En este pasaje de la Anunciación vemos cómo lo que es imposible para nosotros es posible para Dios.

Una de las palabras que escuchamos hoy en el Evangelio es «alégrate», ¿cómo está nuestra alegría? Ustedes me podran decir: “Señor arzobispo, estamos viviendo tiempos difíciles, donde hay pérdida de familiares, de trabajo, tiempos donde hay mucho estrés, donde hay tristeza, ¿por qué nos dice que nos alegremos?”. La alegría es una característica, es una actitud que debemos tener, porque va a nacer el Niño Jesús; el 25 de diciembre será el cumpleaños de cuando Jesús vino a la tierra, la Palabra hecha carne, el misterio de la Encarnación; y también debemos tener alegría porque Dios está con nosotros; debemos tener alegría porque tenemos una madre que nos ama, la Virgen de Guadalupe y, en nuestra Arquidiócesis, la Virgen de los Remedios.

Hemos platicado mucho de cómo será el futuro, y no tenemos respuestas, hay mucha incertidumbre, pero, en medio de la incertidumbre, la Palabra de Dios nos ayuda a consolarnos, a animarnos, a ayudarnos, para seguir adelante. Es muy hermoso también cuando las familias se reúnen y ven qué lecciones nos está dejando esta pandemia, esta enfermedad a nivel mundial, porque también tenemos lecciones positivas, tal vez en familia se han acercado más, se han conocido más, se han apoyado.

Por eso, así como le dijo el Arcángel Gabriel a María: «Alégrate, María», también hoy nos dicen Dios y María que nos alegremos, que sea una alegría en el fondo de nuestro corazón. Yo me he puesto a pensar cómo en la historia de la humanidad han habido muchas dificultades, podemos leer la historia, la Virgen de los Remedios lleva cinco siglos en este lugar, y cómo había tiempo de epidemias, de peste, de falta de lluvia, han habido situaciones difíciles a través de la historia, pero Dios siempre está presente y Dios nos da la fortaleza, Dios nos da la alegría para seguir adelante.

Esta Navidad va a ser de manera diferente, yo quiero invitarlos, queridos hermanos, a que que la vivan en su familia, en su pequeña familia, no la familia extensa, que tengan ese tiempo de hacer oración, de pensar en las maravillas del Señor. Tal vez otras navidades son más ruidosas de más fiesta, de más gente; ahora va a ser diferente, pero que sea una Navidad donde Cristo nazca en nuestro corazón.

Así es que tenemos ahí esa tarea de preparar, no solamente la cena, que puede ser una cena sencilla en familia, sino también preparar la oración, el poder conectarse también en distintos medios de comunicación para seguir las celebraciones eucarísticas y dale gracias a Dios porque vino al mundo y se hizo como nosotros para enseñarnos a vivir; y también que seamos solidarios, como yo sé que lo hemos sido ayudando a aquel que lo necesita. Tal vez alguna persona ese día no tenga para cenar, que nosotros podamos darle la mano; como les he dicho en otras ocasiones, tal vez una persona está solita en su casa, le podemos hablar por teléfono, le podemos mandar un WhatsApp o un mensaje para decirle que Cristo ha nacido y que Él es el que le da sentido a nuestra vida.

Que el Espíritu Santo nos ilumine, nos fortalezca y, en medio de todas estas dificultades, nosotros seamos cristianos alegres, porque Cristo ha nacido y quiere nacer en nuestro corazón. Así sea.

 

+ José Antonio Fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalnepantla