Homilía en el IV domingo de Tiempo Ordinario

January 29, 2023


Homilía en el IV domingo de Tiempo Ordinario

 

"Dichosos los pobres porque ponen toda su confianza en Dios"

 

Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo, Jesús. Les saludo como todos los domingos con mucha alegría a ustedes que están aquí, en nuestra Catedral, pero también a las personas que, a través de los medios de comunicación, siguen esta eucaristía, a todos les deseo que la paz del Señor esté en su corazón.

El pasado domingo, recordarán ustedes, Jesús se va de Nazaret a un lugar que se llama Cafarnaúm -tierra de paganos- y empieza a hablar y dice “¡conviértanse! porque ya esta cerca el Reino de los Cielos” y después siguió y eligió a algunos para que también se dedicaran a hablar sobre el Reino de Dios. 

Hoy es un domingo con lecturas muy hermosas porque nos hablan de las Bienaventuranzas. Cuando un político o alguien que está contendiendo para ser gobernador o gobernadora, en sus mensajes va diciendo cuál es el programa que va a seguir, cuáles son los ejes o las líneas para que los ciudadanos conozcamos su pensamiento y qué es lo prioritario, las tareas más importantes que quiere desempeñar en su gobierno si gana, pues soy precisamente Jesús da su programa y ¿cuál es el programa que de Jesús? las bienaventuranzas, ese es el programa al que nos invita, y al que invitó en ese tiempo a los que lo escucharon ahí en el sermón de la montaña en el que dice que para construir el Reino de Dios se necesita seguir estas bienaventuranzas, este programa y para eso se necesita conversión, se necesita un cambio de mentalidad, un cambio de vida, pero fíjense que los criterios de Dios son bien diferentes a los criterios humanos.

Jesús no habla de poder, no habla de fama, no habla de hedonismo, no habla de estar arriba de los demás, sino Jesús habla de las Bienaventuranzas diciendo "Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos”; hay ocho veces que dice la palabra  “dichosos” y sobre todo fíjense cómo, este programa que propone Jesús, tiene cumplimiento en Él, es como la autobiografía de Jesús porque él fue pobre de espíritu, porque el luchó por la justicia, porque fue misericordioso, porque a Él también lo persiguieron por causa de el Reino de los Cielos, fue dichoso porque también buscó la paz.

En este Evangelio nos está dando un programa, pero los programas son para que lo sigamos y cuando nos dice “dichosos” es algo muy hermoso, fíjese cómo dichoso los pobres de espíritu pasan de ser pobres sociológicamente a ser pobres de una manera más espiritual, es decir  que dependen de Dios, el pobre es aquel que pone toda su confianza en Dios. El profeta Sofonías, en la primera lectura, también nos habla de cómo Dios elige a los pobres; hay veces que podemos ser autosuficientes y nos olvidamos de los demás, pero cuando somos pobres de espíritu es porque confiamos en Dios.

Hoy tenemos un programa muy hermoso que se llama el programa de las “Bienaventuranzas” y si nosotros nos animamos a seguirlo, seremos dichosos; cuando luchamos por la paz, que es un don del Cielo, pero tenemos que construirla desde la tierra; cuando somos misericordiosos y estamos atentos a las necesidades de los demás, del que sufre, aunque a veces nos volvemos indiferentes; seremos dichosos también si luchamos por la justicia, Dios quiere que seamos hermanos y que vivamos en comunión. 

Fíjense que este programa deberíamos tenerlo pegado en la pared de nuestra casa “las Bienaventuranzas”, por eso hoy tenemos que preguntarnos ¿somos pobres de espíritu?, ¿lloramos a veces?, ¿sufrimos persecución porque estamos buscando la verdad?, ¿somos limpios de corazón?, ¿tenemos hambre y sed de justicia?.

Los programas son para seguirlos, cuántas veces de los programas humanos no se cumplen, en cambio de Jesús -que es el camino, la verdad, y la vida- sigue este programa, no lo propone y dice “háganlo ustedes", sino que Él mismo lo sigue todos los días, por eso hoy pidamos en esta eucaristía que sigamos las bienaventuranzas.

¿Qué pensarían aquellos que escucharon a Jesús? seguramente las palabras llegaron al corazón porque empezaron a ver y a descubrir que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios y que para construir el Reino de Dios necesitamos este programa; si nosotros buscamos otras cosas de la tierra, pues, muchas veces hay división, encono, pleitos y el Señor hoy nos invita a seguir este programa de vida.

Que el Espíritu Santo, a cada uno de nosotros, nos dé la alegría y que nos pueda decir “dichosos ustedes porque ponen su confianza en mí, ponen su confianza en este programa de vida”. Así sea.

 

+José Antonio fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalnepantla