Queridos sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas, agentes de pastoral.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús:
Qué alegría llegar a este hermoso Santuario para saludar, agradecer su ternura y pedir su bendición a nuestra Madre la Santísima Virgen de Guadalupe.
Dar gracias a nuestro Dios porque la eligió para ser la madre del Salvador Jesucristo Nuestro Señor. Cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido balo la Ley y para que recibiéramos el ser hijos adoptivos de Dios (Cf. Gal. 4, 4-6).
En este día significativo para nuestra Arquidiócesis, en que celebramos nuestra peregrinación anual a este maravilloso templo, quiero darles a todos los peregrinos y peregrinas una cordial bienvenida, deseado de todo corazón nos ayude a vivir con mayor plenitud cada una de nuestras vidas- Que todos y todas nos sintamos escuchados, aceptados y amados por la Morenita del Tepeyac.
Hemos llegado a este lugar por distintos medios, caminando o en vehículos, pero todos sintiéndonos peregrinos, teniendo una experiencia bella de lo que significa la vida cristiana, al ser caminantes sin perder de vista nuestro destino final que es es la Casa del Padre, y en ese caminar experimentamos, dificultades, alegrías, éxitos, esperanzas y fracasos, pero siempre encontramos a la Virgen de Guadalupe que nos anima y también nos invita a seguir los caminos de su Hijo Jesucristo Nuestro Señor para ir construyendo su Reino, para ir edificando el cielo desde la tierra.
Agradezco a los medios de comunicación de esta Insigne Basílica y a la Oficina de comunicación de nuestra Iglesia Particular de Tlalnepantla que a través de estos medios electrónicos hacen posible que esta celebración eucarística llegue a muchos lugares, a muchos hogares y fortalezca nuestra fe, esperanza y amor.
El evangelio que escuchamos hoy, nos ayuda a meditar en ese cuadro maravilloso (y que lo vivimos apenas hace dos días en muchos templos el día de la fiesta de la presentación del Señor), en donde María y José, respetuosos de la ley, llevan al niño Jesús a presentarlo a los 40 días de nacido al Templo de Jerusalén y en donde el Anciano Simeón, varón justo y temeroso de Dios, guiado por el Espíritu Santo manifiesta dos cosas fundamentales, la primera, que Jesús es el Salvador, el Mesías esperado, y de sus labios salen unas bellas palabras "Señor ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me harás prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo Israel"; la segunda "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, un espada atravesará el alma, refiriéndose a la pasión y muerte en la cruz de Jesús.
San José acompaño a la Virgen María al Templo también para su purificación, es la misma que quiso aparecerse aquí en el Tepeyac en 1531, faltan menos de 9 años para que celebremos los 500 años de sus apariciones a san Juan Diego Cuautlatoazin. Los obispos de México juntos hemos decidido hacer un novenario, 9 años de preparación, en donde iremos indicando a ustedes, al pueblo de Dios, cada una de los temas para cada año y que tendrán una catequesis; de tal manera que nos vayan ayudando en nuestra formación humana, Cristiana y esucrisa y en sus 500 años y vayamos siendo personas más comprometidas con el evangelio de Jesucristo.
"¿Qué no estoy yo aquí que soy tu Madre?" Les invito a que le pidamos a nuestra Madre Santísima por la paz en el mundo entero, por la paz en México, un país en donde hay tanta violencia, inseguridad, muerte... basta ver los noticieros, los periódicos, lo vivimos de cerca en nuestros barrios, en nuestras colonias... en unos lugares más acentuados, pero en todas partes... y ciertamente esto no lo quiere la Virgen de Guadalupe, no lo quiere Dios.
Seguramente pedimos por nuestras familias y amigos que amamos, por nuestros familiares enfermos, por nosotros mismos; pero también siempre tengamos presentes a los que más sufren y están necesitados: los migrantes, los presos, los que no tienen trabajo, las madres solteras, las personas que no encuentran sentido a sus vidas, los que son marginados por distintas causas, por los adolescentes y jóvenes desorientados, etc. Siempre la Virgen María en su adveración de Guadalupe y de los Remedios nos escucha e intercede por nosotros ante Dios Nuestro Señor.
Hoy quiero pedirles que nos unamos en oración y pongamos en las manos de Nuestra Santísima Virgen de Guadalupe y le pidamos especialmente por dos acontecimientos importantes:
1. Nuestro Plan de Pastoral.
Hemos ido elaborando en sinodalidad en nuestra amada Arquidiócesis de Tlalnepantla nuestro plan, gracias a Dios ya vamos avanzados, entraremos a la parte que es el diagnóstico, para después entrar a la parte operativa. Como hemos recordado un plan de pastoral es un instrumento valioso para responder y ser más eficaces en la tarea propia que tiene la Iglesia que es la evangelización. A todos: sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes de pastoral laicos, les pido su entusiasmo, participación y alegría para que nuestro Plan sea una realidad esperanzadora en este 2023.
2. La Elección para Gobernadora en el Estado de México el domingo 04 de junio.
Como sabemos este año 2023 habrá comicios para elegir Gobernadora en el Estado de México, hagamos campañas de oración para que se desarrollen en un clima de paz, de respeto, de concordia, de participación, buscando siempre el bien común.
Quiero subrayar que muy importante nuestra participación en la votación, se da mucha apatía y abstención... hay que conocer a las candidatas, los proyectos que presenten, cómo los piensan concretizar, ponerlos en práctica etc. Es importante votar y que sea realmente un voto
informado, razonado.
Deseo que todos y todas regresemos felices a nuestras parroquias, a nuestras casas, porque nos hemos sentido escuchados y amados por nuestra Madre Santísima la Virgen de Guadalupe y bendecidos por el Padre, El Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla