HOMILÍA EN EL IV DOMINGO DE CUARESMA

March 19, 2023


HOMILÍA EN EL IV DOMINGO DE CUARESMA

 

«El Señor es mi pastor, nada me faltará»


Queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:



Los saludo a todos ustedes que están aquí en nuestra Catedral de Corpus Christi y también saludo a los que a través de las redes sociales, de los medios digitales, siguen esta Eucaristía, dentro del territorio de nuestra Arquidiócesis y también en algunas partes del país y del extranjero. «El Señor es mi pastor, nada me faltará.»

Seguimos caminando, hermanos, hermanas, en este itinerario para llegar a la semana mayor, a la Semana Santa, para llegar a la Pascua, que es la meta. Sin duda que este tiempo es un tiempo para pensar en la vida, un tiempo de conversión, de intensificar la oración, el ayuno, las obras de caridad, y de acompañar a Jesús.

Precisamente hoy se nos habla de un elemento muy importante, que es la luz. Hace ocho días, recordarán ustedes, escuchamos el diálogo que tuvo Jesús con la samaritana en torno al elemento del agua. Lo importante es ver el proceso, han sido Evangelios un poquito amplios, porque tienen muchos detalles que nosotros tenemos que asimilar. Así como la samaritana, que no conocía a Jesús, al final, junto con otros samaritanos, confesó que Jesús era el Mesías y después fue a proclamarlo por todas partes: «Hemos encontrado al salvador».

Hoy lo mismo pasa con el ciego, es un ciego de nacimiento, y Jesús le da la vista, «Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios.» Era un ciego de nacimiento y empiezan preguntándose quién tuvo la culpa, si él o sus papás, y Jesús les dice: «Ninguno, él nació así para que muchos vean la gloria de Dios.» Podemos imaginarnos ese milagro grandioso, donde aquel ciego no sabía lo que eran los colores, no había visto nada nunca y después ve. Luego va teniendo un enfrentamiento con los dirigentes, con los sabios, con los escribas, con los fariseos, que le preguntan: «¿Quién te curó?», y él tiene que pasar por muchos momentos difíciles y dice: «Yo lo que sé es que yo estaba ciego y ya no lo estoy».

Sabemos que vamos caminando hacia la pasión del Señor, y Jesús siempre tiene ese conflicto con aquella gente que cerraba su corazón al plan de Dios; ellos decía que tenían a Moisés, pero Jesús era el Mesías esperado; veían físicamente, pero estaban ciegos, paradójicamente, y por eso Jesús les dice sus verdades, y esta gente que abre su corazón, después de tener ese encuentro con Jesús, empieza a creer en Él, y fue mucha la gente que abrió su corazón y empezó a seguir las huellas de Jesús.

Pronto viviremos una celebración hermosísima el sábado de gloria en la noche, que se llama la Vigilia Pascual, donde hay dos partes de la celebración muy importantes, la primera que es el lucernario, la liturgia de la luz, y otra que es la liturgia del agua, la liturgia bautismal. Un momento muy importante en esa ceremonia es cuando se enciende el Cirio pascual, Cristo luz del mundo, «Yo soy la luz del mundo», y nosotros como cristianos, como católicos, tenemos que prender nuestra vela de esa luz para iluminar a los demás. Por eso Pablo hoy en la segunda lectura nos dice: «Antes eran tinieblas, pero ahora deben ser luz», y el que es luz debe ser santo, debe buscar la justicia, la paz, la solidaridad, la generosidad.

El Evangelio es para cada uno de nosotros, ¿qué tanto somos luz para los demás?, ¿qué tanto somos oscuridad? Oscuridad somos cuando hacemos más pesada la vida de los demás, cuando dividimos, cuando no somos solidarios. Los fariseos no abrieron su corazón y sus ojos al salvador, a la Luz del mundo. Por eso hoy queremos pedirle al Señor ser luz y que esa luz ilumine el camino de los demás.

Por otro lado, hoy es día de San José, mañana se celebrarán las lecturas y las oraciones propias de la solemnidad de San José, pero hoy queremos tenerlo presente también. A San José no lo podemos concebir solito, siempre en familia; Él fue el esposo de María y es el custodio de la Sagrada Familia, y entonces nosotros vemos a San José, a María y al Niño Jesús, la Sagrada Familia. Nuestro México vive problemas muy grandes y sabemos que la familia es la célula de la sociedad, por eso tenemos que trabajar por la familia, fortalecerla. Y ahí tenemos un ejemplo, un modelo, José, que era el hombre prudente, fiel, justo, que supo guiar a su hijo, padre putativo, pero Dios le encarga esta misión junto con María: acompañar a Jesús.

Pidamos por todas las familias de México, del mundo entero, pero sobre todo por aquellas que viven problemas, que tienen dificultades. Alguien decía una cosa muy bonita: “Si San José trató tan bien a Jesús en su vida, si nosotros le pedimos algo a San José, cualquier cosa, su hijo Jesucristo no le va a negar nada”, así es que también pidamos por nuestras necesidades al Señor San José, para que sea intercesor ante si hijo Jesús. Así sea.

 

+José Antonio Fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalnepantla