Cuaresma Vocacional 2025



CUARESMA VOCACIONAL

¡Alabado sea Jesucristo!

Soy Hna. Mireya, Carmelita del Sagrado Corazón. Les comparto mi experiencia en el pasado encuentro de Cuaresma Vocacional, donde pude compartir la vida y la alegría de ser de Cristo con aproximadamente 70 jóvenes participantes en esta hermosa experiencia de fe y renovación espiritual. Vivir este encuentro a lado de tantos jóvenes, renovaron mi ser, ya que el/la joven, por el hecho de ser ellos mismos, transmiten al Dios de la alegría.

El itinerario del día con los temas y las dinámicas fueron muy creativos y propicios, nos ayudó a ver dónde estábamos parados cada uno, a revisar nuestro corazón, nuestras relaciones y a volver la mirada al Dios de la misericordia. Las actividades fueron muy concretas y ayudaron a aterrizar la vida e invitaban al compromiso, despertando en nosotros el deseo de conversión interior, de volver el corazón a Dios, abiertos a escuchar su llamado.

El viacrucis vocacional que hicimos a las afueras del CEJUV, fue recordar que somos “peregrinos de esperanza”, signos de la presencia de Dios que camina con su pueblo, recorre sus calles, sale al encuentro y que nos invita a permanecer en su amor con la alegría de la esperanza que se expande como rayo de luz para todos. Así son los jóvenes, un rayo de luz iluminando por donde van en la vida.

El estar en la Hora Santa, de corazón a corazón con Jesús Eucaristía, dejándonos mirar por Él, con el corazón abierto a su amor y a la escucha de su invitación y llamado, fue un momento de fortalecer nuestra amistad con Aquel que nos ama y nos llama a seguirle, a dejar, soltar todo aquello que nos impide responderle y a buscar su voluntad para nuestras vidas, aquella que nos hace libres y felices porque lo tenemos a Él.

Este encuentro ha sido muy fructífero ya que nos permitió, compartir la fe, la alegría de la convivencia, divertirnos juntos, la escucha a algunos jóvenes en sus inquietudes, y el sentir que vamos acompañados en el camino, que tenemos con quien contar; sumergirnos en el manantial de la misericordia a través de la reconciliación y como el hijo pródigo, volver a la casa del Padre, quien nos espera con los brazos abiertos, lleno de ternura. Nos quedamos con el compromiso de permanecer en ese amor de Dios, desde pequeños gestos en la vida cotidiana y orar por la propia vocación. 


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